El activista guineoecuatoriano Alfredo Okenve Ndó, uno de los rostros más respetados de la sociedad civil independiente, ha sido distinguido con el Premio Franco-Alemán de Derechos Humanos y del Estado de Derecho, un galardón que honra su trayectoria y su compromiso inquebrantable con la justicia, la dignidad humana y la verdad.
El reconocimiento, otorgado por los gobiernos de Francia y Alemania, sitúa de nuevo el nombre de Guinea Ecuatorial en el mapa internacional, pero esta vez no por la corrupción o el despilfarro de sus dirigentes, sino por el ejemplo de un ciudadano que, a pesar de la persecución y la violencia, ha decidido no rendirse.
Okenve, cofundador del Centro de Estudios e Iniciativas para el Desarrollo (CEID), lleva décadas denunciando los abusos del régimen y defendiendo los derechos fundamentales del pueblo guineoecuatoriano. Su labor le ha costado detenciones arbitrarias, torturas, el cierre de su organización y un exilio forzado, pero no su voz ni su fe en la posibilidad de un país distinto.
Desde el exterior, ha seguido denunciando las violaciones de derechos humanos, la corrupción institucionalizada y la represión política que asfixian a Guinea Ecuatorial. Su ejemplo representa esa rara mezcla de resistencia cívica y coherencia moral que el régimen ha intentado eliminar sistemáticamente.
“La libertad y la dignidad no se negocian”, ha repetido en numerosas ocasiones Okenve, recordando que la verdadera patria no es la que adula al poder, sino la que se atreve a mirarlo de frente.
El Premio Franco-Alemán no es solo un reconocimiento personal. Es también una advertencia moral al régimen de Malabo, una manera de decirle al mundo que, pese a los intentos de silenciar a las voces críticas, todavía existen guineanos dispuestos a defender la verdad, incluso cuando hacerlo puede costarles la vida.
En un país donde el miedo ha sido institucionalizado, Okenve encarna la dignidad del ciudadano que no se resigna. Su galardón ilumina la esperanza de que, algún día, Guinea Ecuatorial pueda volver a pronunciar la palabra libertad sin temor.
El gesto conjunto de Francia y Alemania reafirma el compromiso europeo con los valores universales y da visibilidad a quienes luchan contra el autoritarismo en África Central, donde el poder absoluto suele confundirse con estabilidad. Para el pueblo guineoecuatoriano, el nombre de Alfredo Okenve se alza ahora como símbolo de coraje, integridad y resistencia moral frente a una dictadura que intenta borrar cualquier ejemplo de dignidad.
Su luz, como la del propio premio, atraviesa las fronteras del silencio impuesto y recuerda a los guineoecuatorianos dentro y fuera del país que la libertad no se implora, se conquista.