Por José Eugenio Nsue , filólogo
Antes pensaba, por desconocimiento más bien, que nada o muy poco se había escrito sobre Guinea Ecuatorial; luego me he dado cuenta que existe mucha bibliografía sobre ella. Muchos expertos y estudiosos que dedican su tiempo en investigar sobre ese país, su colonización, su proceso de independencia, su composición así como sus regímenes dictatoriales y sus políticos; muchos compatriotas eminentes también han escrito sobre lo que está ocurriendo en ese nuestro país, cómo viven y quiénes son sus pobladores.
Lo que no he podido encontrar hasta el momento es un estudio sociológico o antropológico serio que nos diga científicamente cómo es el guineoecuatoriano, de qué género está hecho el hombre guineano.
Lo digo porque venimos observando desde que Guinea Ecuatorial existe, unas pautas de comportamiento, una serie de actuaciones que se repiten cíclicamente sin que se vislumbre una mejora, un cambio a mejor o unos resultados halagüeños en cuanto al desarrollo de nuestra nación y la dignificación de sus habitantes; todo lo contrario, el país va de pena y sus moradores están cada vez más asilvestrados.
Estos días en nuestras redes sociales, se ha vuelto a tocar el tema de la discriminación étnica o una lucha latente interétnica.
Según he podido saber, la genial audista Mamá Etugu habría grabado un audio en el que ‘espetaba‘ las otras etnias nacionales su inacción y su silencio frente a las atrocidades que día tras día comete el régimen opresor que está dispuesto a exterminar la población guineana. A raíz de esa ‘opinión o reflexión’, afortunada o desafortunada (humanum errare est), muchos paisanos fang, bubis, annoboneses, bujebas y ndowes han salido a la palestra para criticar a la audista cosa que me parece normal si las réplicas a las afirmaciones de Mamá Etugu se hacen con respeto, consideración y educación y, siempre y cuando se ajusten al principio de la proporcionalidad; porque las réplicas forman parte de un derecho sagrado en todas las partes donde hay democracia como es la «libertad de expresión«. Nadie puede ni debe pretender estar en posesión de la verdad absoluta; es más, las ideas son interpretables y sujetas a las réplicas y contra réplicas.
Lo que ya no me parece aceptable son aquellas afirmaciones como una de las octavillas que me ha llegado a mi WHATSAPP la noche de miércoles donde uno o una ( de ahí mi calificativo de octavilla al escrito o artículo en cuestión por carecer de remitente ni firmante; principio de cobardía de aquellos que tiran la piedra y esconden la mano que, en Guinea Ecuatorial, se cuentan por cientos de miles), culpaba o culpabilizaba a la etnia fang en su totalidad de todas las masacres, abusos de poder, extorsiones, violaciones, humillaciones que han padecido y siguen padeciendo los guineanos de etnias minoritarias durante los 50 años de la independencia de Guinea Ecuatorial.
Esta manera de interpretar y contar las desgracias que padecemos en el país desde que se fueron los colonos allá en 1968 por algunos, no sólo sesga la verdad de lo que realmente está sucediendo en el país. Querer presentar a la etnia fang como una etnia bárbara, invasora, beligerante, bruta y caníbal que está cebándose con el resto de las etnias nacionales que son civilizadas, solidarias, educadas, mansas y víctimas. Sacar una larga lista con los nombres sólo de los hombres, mujeres y niños bubis, ndowes, bisios y annoboneses que han perecido y padecido en manos de unos monstruos y una banda de desalmados cuyo único objetivo es arruinar y acabar con las vidas de los que no son de los suyos; es una forma de provocar un odio interno entre los guineanos de cuyas consecuencias pueden ser catastróficas.
Para muchos guineanos de las otras etnias, que se mueran los fang en manos de los criminales del régimen, no quiere decir nada porque son los fang quienes gobiernan; una víctima fang en las dictadura de los Nguema, no cuenta para nada porque se trata de gente de una misma etnia. Para esos, los bubis, annoboneses, ndowes o bisios que forman parte o hayan formado parte de las dos dictaduras que ha conocido nuestro país y actúan en connivencia con el régimen, no son verdaderos bubis, annoboneses, ndowes ni bisios; los fans que huyen de la dictadura de Obiang Nguema o los que han sido asesinados, torturados o encarcelados mienten y fingen sufrir persecución y que son víctimas de nada. Su sufrimiento y el escarnio provocados por la misma etnia no cuentan; lo suyo sí que cuenta.
Esta forma maniquea de clasificar a los guineanos según su etnia, su procedencia; de si uno es fang, tiene que ser malo; y si es del resto de las etnias, debe ser bueno; lo único que está consiguiendo es que crezca la inquina, la animadversión, la desconfianza y el rencor entre los guineanos.
En efecto, últimamente se palpa un odio entre el resto de las etnias que conforman Guinea hacia los fang en el día a día de la sociedad guineana y entre las colonias de guineanos fuera del país. Puede haber un matrimonio mixto entre un fang y una de las etnias o una fan y uno del resto de las etnias; en el fondo les mueve una total desconfianza; un fang puede acercarse con toda sinceridad a otro guineano de la otra etnia, este le termina de ver como alguien de fiar y en cuanto puede no le temblará el pulso para deshacerse del fang. Esto significa que, los agoreros y los premonitores de esas doctrinas maniqueas están triunfando en nuestra sociedad y cuando nos demos cuenta de esta situación preocupante, podemos vernos envueltos en una guerra fratricida como en Ruanda y Burundi.
Los únicos que están logrando sus objetivos con esta situación son Obiang Nguema y su familia, sus adláteres bubis, fang, annoboneses, ndowes y bisios ya que, por un lado Obiang ha conseguido dividir al pueblo de Guinea para su beneficio; ha conseguido que todos los fang seamos odiados y repudiados por las otras etnias como si estuviéramos sirviendo sus intereses y beneficiándonos de su brutalidad; por otro lado, los colaboradores de Obiang Nguema de otras etnias que son igual de asesinos, ruines, violadores, ladrones, corruptos y brutos al igual que los fans que también sirven a esa familia en cambio los suyos; es decir, los de las otras etnias no les culpan de lo que pasa con ellos ni los rechazan; los únicos culpables somos los fang.
A pesar de que muchos fang estamos intentando, con nuestro comportamiento y nuestras manifestaciones para que el post Obiang no siga causando y provocando esas actitudes que nos dividen; para que los guineanos tengamos los mismos sentimientos nacionales y patrióticos, una misma identidad y que las diferencias étnicas no nos priven del objetivo común que es hacer patria; parece ser que el cáncer del odio y del separatismo ya está en fase de metástasis y se ha extendido por todos los miembros de la República de Guinea Ecuatorial. Una verdadera pena. Y eso que no hace mucho, en nuestro tiempo de estudiantes en la década de los 80 y 90, no se veía por ningún lado esas tensiones étnicas ni en el INEM Rey Malabo, ni en el Carlos Lwanga; ni mucho menos en los seminarios de Banapá, Padre Sialó, Nkue; ni en los internados Santa Teresita, Waiso I Pola, Jesús y María, etc.
Espero que estemos a tiempo; que siga habiendo gente sensata y cabal en todas las etnias guineanas que sean capaces de frenar esa deriva en la que va el país.
Qué fácil es enseñar a la población una lección magistral y a la vez sencilla como la de la madre de Rizwan Khan le da en la película (os la recomiendo) «Mi nombre es Khan»: ‘en la vida sólo hay dos tipos de personas; los que hacen el bien y los que hacen el mal; no hay más diferencias’. En Guinea Ecuatorial no hay más que dos tipos de guineanos: los buenos guineanos, que hacen el bien; y los malos guineanos, que hacen el mal; no hay otra diferencia, no debe haber otra diferencia.
Los malos son Obiang Nguema, su familia y sus colaboradores porque hacen el mal permanentemente; y los demás somos gente buena porque intentamos hacer el bien y no deseamos nada malo a nadie; ni si quiera al mismo Belcebú de Obiang. Digámoslo alto y claro a todo el mundo, por el amor de Dios.
Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?