La Cámara de los Diputados de Guinea Ecuatorial, fiel a su papel de simple registradora de los deseos y caprichos de Obiang y su círculo, ha vuelto a validar sin el más mínimo gesto de crítica la hoja de ruta financiera del régimen. Ayer, jueves 16 de octubre, la institución aprobó tres textos cruciales: el proyecto de ley de liquidación del presupuesto general del Estado correspondiente al ejercicio 2024, el informe de ejecución del primer semestre de 2025 y, sobre todo, el proyecto de ley de presupuestos del Estado para 2026.
Por OLBIF
Las sesiones, presididas por la primera vicepresidenta María Pelagia Abeso Tomo, transcurrieron sin la menor sorpresa. El Buró de Prensa e Información de Guinea Ecuatorial se apresuró a publicar un comunicado triunfalista, alabando “la eficacia de las medidas” aplicadas por el Gobierno. Pero detrás de las cifras y los discursos complacientes, la realidad sigue siendo la de una gestión opaca y un pueblo hundido en la precariedad.
Según los propios datos oficiales, el balance del ejercicio 2024 dista mucho de ser positivo. La liquidación del presupuesto arroja un déficit: “los ingresos totales percibidos ascendieron a 1.386,591 miles de millones de francos CFA, frente a unos gastos totales de 1.429,501 miles de millones, lo que se traduce en un déficit presupuestario de 42,910 miles de millones de francos CFA a finales de año”. Ese agujero en las arcas públicas no es un accidente: es el reflejo de la mala gestión estructural del régimen.
El Gobierno intenta maquillar el desastre mostrando los datos del primer semestre de 2025. La fuente oficial afirma que los ingresos totales del Estado alcanzaron 805,532 miles de millones de FCFA, frente a 658,122 miles de millones en gastos, lo que genera un “superávit transitorio de 148,420 millones de FCFA”. El régimen presenta este resultado como una muestra de “eficacia”, pero la verdadera pregunta sigue siendo la misma: ¿ese dinero se utiliza para aliviar la miseria del pueblo o, como siempre, para financiar el nepotismo y los gastos de prestigio?
Presupuesto 2026: la eterna promesa de la diversificación
Para el ejercicio 2026, el Gobierno propone un presupuesto “equilibrado”, con previsiones idénticas de ingresos y gastos: 1.294,282 miles de millones de FCFA. Los objetivos son las mismas letanías que el país escucha desde hace décadas: “reforzar los esfuerzos de diversificación económica”, “mejorar el entorno empresarial” y “reducir las vulnerabilidades en materia de gobernanza”, además de “mejorar los indicadores del sector social”.
Pero, más allá de las palabras, nada cambia. El ministro delegado de Hacienda, Planificación y Desarrollo Económico, Pedro Abeso Obiang, agradeció a los diputados su apoyo a un presupuesto “realista, inclusivo y social”. En la práctica, los ministros comparecen ante la comisión parlamentaria, educación, salud, agricultura, para justificar el uso de los fondos, mientras las infraestructuras básicas siguen en ruinas y el dinero del petróleo continúa evaporándose.
La unanimidad de la vergüenza
El episodio más revelador de esta farsa institucional fue la aprobación final del presupuesto. En sesión plenaria, los proyectos de ley fueron “aprobados por unanimidad por los dos grupos parlamentarios”. Los portavoces, Salvador Nguema Mangue por la llamada Coalición Democrática y Federico Abaga Ondo por el PDGE, dieron ambos su respaldo. Esa unanimidad no deja lugar a dudas: la oposición oficial actúa como una sucursal del régimen.
Incluso con las supuestas “recomendaciones”, mejorar la gestión de los impuestos o ampliar el programa de ayudas a las familias de bajos ingresos, el texto aprobado es un reconocimiento del fracaso. Guinea Ecuatorial, uno de los países africanos más ricos en recursos naturales, sigue sumida en la pobreza más absoluta. Cuando el pueblo pasa hambre, la Cámara aplaude. Pero como recuerda la sabiduría africana: “la verdad es como el aceite: siempre acaba saliendo a la superficie”.
Tras su aprobación en la Cámara de los Diputados, el presupuesto general del Estado pasa ahora “a la segunda lectura en el Senado”, según confirmó la vicepresidenta María Pelagia Abeso Tomo. En un sistema sin contrapesos y con instituciones sometidas al Ejecutivo, esa segunda lectura no es más que otro trámite vacío. La población no espera milagros del Senado, solo exige que se detenga el saqueo de las riquezas nacionales y se priorice, de una vez, la inversión social real.