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Un Boeing 777 de CEIBA aparece abandonado en Roma

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A primeras horas de la tarde de hoy martes llegaba a nuestra mesa de redacción una foto tomada por un pasajero de Ethiopian Airlines en el aeropuerto de Roma-Fiumicino, el principal hub internacional de la capital italiana. La imagen muestra un Boeing 777-200LR con los colores de CEIBA Intercontinental, estacionado en una zona secundaria y con claros signos de abandono: la pintura de la cola aparece desgastada y el fuselaje descolorido, evidencias de un avión que lleva tiempo sin operar.

El hallazgo da respuesta, con ironía despiadada, a la célebre pregunta de Teodoro Obiang: “¿dónde están los aviones de CEIBA?”, formulada hace un año en un acto oficial. La respuesta no está en los cielos de Guinea Ecuatorial, sino olvidada en aeropuertos europeos, entre tasas impagas y polvo diplomático. En octubre de 2024, el propio dictador, durante la inauguración de una terminal en Bata, llegó a lamentarse públicamente de que la compañía “ya no tiene aviones”, en un discurso en el que culpaba a otros de lo que siempre estuvo bajo control directo de su familia.

Conviene recordar que CEIBA no tuvo un único Boeing 777, sino varios, y que uno de ellos protagonizó un aterrizaje forzoso el año pasado, cuya investigación y destino final permanecen en la sombra, como casi todo lo que concierne a la gestión pública en Guinea Ecuatorial. Nada se informó a la población: ni las causas del incidente ni el paradero actual del aparato.

Lo que tampoco se dice es que estos aviones, aunque presentados como símbolos de orgullo nacional, nunca pertenecieron realmente a CEIBA. Fueron comprados con dinero público pero registrados a nombre de la empresa familiar Abayek, propiedad de Teodoro Obiang, que a su vez los alquila a la aerolínea estatal. Un negocio perfecto para el clan: ganan con la compra y vuelven a ganar con el alquiler.

Desde su creación, CEIBA ha estado en manos de hombres de confianza del dictador y de familiares directos como su yerno Tito Garriga, lo que hace aún más grotesca la teatral pregunta de Obiang: “¿dónde están los aviones?”. La respuesta nunca estuvo lejos: siempre en manos de su propia familia, mientras el pueblo veía cómo la compañía que debía conectar Guinea Ecuatorial con el mundo se hundía en deudas y en silencio.

La foto tomada hoy en Roma abre nuevas incógnitas: ¿qué hace un avión de CEIBA abandonado en Fiumicino? ¿Qué motivos lo llevaron hasta allí y por qué se encuentra en ese estado deplorable? ¿Está embargado, estacionado por deudas o simplemente olvidado? ¿Cuánto tiempo lleva allí? Y si no vuela, ¿quién paga la factura del hangar?

Malabo no dará respuestas. El silencio y la propaganda volverán a imponerse, como ya ocurrió con la chatarra del ATR 72 vendido en condiciones turbias. Pero las imágenes son más elocuentes que cualquier comunicado oficial: otro símbolo nacional reducido a escombro metálico, atrapado en la red de corrupción de la familia que controla Guinea Ecuatorial. Y cuando llegue el momento de anunciar su “venta”, lo presentarán como si se tratara de un descubrimiento arqueológico, cuando en realidad no es más que la crónica de un avión abandonado convertido en negocio privado.

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