Por Samuel Mba Mombe, Médico en activo y activista político
Antes de responder a esta difícil pregunta, me gustaría empezar definiendo lo que es oposición y este caso concreto, oposición política. ¿Es que el guineo-ecuatoriano a estas alturas sabe realmente lo que es oposición y ser opositor? Pues, mi paupérrima experiencia me dice que no.
Oposición según la RAE, es un grupo político o social que se opone a la política del poder establecido y, opositor es la persona que se opone a otra en cualquier materia.
Partiendo de esta definición, cabría preguntarse si en Guinea Ecuatorial existen realmente esos grupos políticos, sociales o de personas que se oponen a la política del poder establecido. Me parece que el guineano le cuesta todavía entender que la política se hace por principios y convicciones y que a partir de esta premisa se puede valorar a las personas o individuos que se declaran ser políticos. La otra pregunta que me surge es ¿qué es lo que el guineano entiende por ser político? Me remito de nuevo a la RAE que define al político como una persona, que se dedica a la política si ésta es su profesión. ¿Y qué se entiende por política? Pues, la RAE nos la define así: Ciencia, doctrina u opinión referente al gobierno y a la organización de las sociedades humanas de los Estados.
Yo no creo que haga falta abundar o redundar en un intento de definir lo que ya está definido. Pues, político es el que tiene la política como profesión, es decir el que se dedica a ella. La política al contrario, no es más que ciencia, doctrina u opinión que se tiene referente al gobierno y a la organización de las sociedades de los Estados. Si es así, ¿por qué la política sigue siendo en nuestro país una actividad de riesgo sobre todo para los que simplemente expresan su opinión referente al gobierno de turno a sus programas sociales como gestor del Estado? Desde los tiempos de Macías, “hacer o hablar política” en Guinea Ecuatorial es sinónimo de ser “enemigo de la Patria” o “subversivo” en la nomenclatura del régimen de Macías aunque los dos calificativos tienen el mismo significado u objetivo cual es, imponer el pensamiento único y marginar a los que se atreven a pensar diferente. Una sociedad que no permite la libre expresión u opinión de sus ciudadanos en los temas que les concierne está abocada al fracaso porque lo que define una sociedad democrática y plural, es la libre participación de los ciudadanos y lo que define la democracia es la participación popular.
Lo que me anima a escribir este artículo es para una vez más dejar constancia que la problemática de Guinea Ecuatorial nos concierne a todos: políticos, médicos, ingenieros, abogados comadronas, agricultores, hombres y mujeres, estudiantes y alumnos, etc. Si de verdad estamos convencidos de que el régimen ha fracasado y que el país necesita un nuevo arranque hacia la estabilidad política, económica, social y cultural, entonces todos los hijos de Guinea Ecuatorial estamos llamados a dar cada uno lo que puede para dar coto a esta situación. Esperar sentado en la esperanza de que otros lo hagan por nosotros es porque no hemos entendido que la solución de nuestros problemas está en nuestras manos.
A mí siempre me caen bien las críticas que se hace a la oposición y a los opositores si bien es cierto que también echo de menos las aportaciones de los que critican la acción o actividad de la oposición o de los opositores. A veces me da la impresión de que algunos creen que la oposición tiene la varita mágica para cambiar el status quo y que no la quiere utilizar. Desgraciadamente no es así. Si la oposición tuviese en sus manos una fórmula mágica para erradicar la dictadura haría tiempo que se hubiera hecho.
La dictadura se ha ido consolidándose con el pasar del tiempo con el agravante de que a comienzos de la década de los ’90, cuando la oposición empezó a ganar terreno al régimen, se descubre el petróleo que vino a cambiar el rumbo de las cosas en nuestro país. La llegada de las multinacionales americanas a nuestro país no hizo que reforzar la dictadura que como todos sabemos, empezó a contar con medios suficientes para por una parte consolidar el poder y por otra, comprar voluntades hasta el extremo de reducir a la entonces oposición hasta donde estamos hoy.
La oposición ni siquiera en los tiempos de Macías ha contado con un apoyo real tanto por parte del Pueblo como de los países que se dicen democráticos razón por la que no se ha podido llevar a cabo, una verdadera política de oposición. Antes de criticar y lanzar cualquier tipo de acusación a la oposición o a los opositores, primero hay que analizar el contexto en el que esos actúan. Se tomó varias decisiones y varias estrategias para luchar contra la dictadura pero ninguna ha dado el efecto deseado. En 1993 tras la firma del Pacto Nacional, la oposición ha adoptado varias estrategias que han ido desde el boicot de las elecciones fraudulentas del régimen hasta la participación tímida de la oposición en sus instituciones estrechando así la mano al dictador para un proceso de cohabitación. Ninguna de las dos estrategias ha funcionado por la nula voluntad del régimen y no por la inactividad de la oposición.
Otro de los hándicap de la oposición ha sido las traiciones internas que han desembocado en las bicefalias de los partidos de la oposición no sin la mano en la sombra del régimen. Esas escisiones han debilitado en gran medida a la oposición y alguno que otro partido ha podido salvarse de ese naufragio y siguen luchando como puede.
¿Es que la oposición sin el apoyo del pueblo puede conseguir su objetivo cual es, la alternancia pacífica en el poder a través de unas elecciones libres y transparentes?
Lo que se lee por ahí y por allá es que el pueblo está decepcionado con la oposición. Es verdad que al principio del bochornoso proceso de democratización el pueblo depositó muchas expectativas de cambio no sólo con el anuncio del multipartidismos sino y en la real voluntad del régimen de propiciar un verdadero cambio democrático en Guinea Ecuatorial. Puedo asegurar sin miedo a equivocarme que todas esas expectativas depositadas para el cambio fueron frustradas cuando el régimen volvió a sus métodos brutales de opresión contra la disidencia a pesar del anuncio pomposo de apertura política. El asesinato de Pedro Motú Mamiaga entre otros y el despido masivo de funcionarios que se simpatizaron con la oposición creó este clima de miedo que sigue reinando hasta la fecha. Cuando se observa el transcurso de los acontecimientos, nos damos cuenta que el pueblo le ha dado la espalda a su oposición. Cuando se ha llamado al pueblo al boicot de las elecciones, éste ha ido a votar masivamente al dictador.
Cuando la oposición ha convocado una manifestación, éste nunca ha respondido a la invitación. Parecería que en esta lucha que sigue siendo desigual, sólo los opositores sufren los impactos negativos de la dictadura. Cuando se ha detenido, encarcelado, torturado e incluso asesinado a un opositor, nadie ha levantado la cabeza para protestar. En otros países, la sociedad civil es la que suele salir a la calle para protestar contra las maniobras del gobierno como vimos en Congo-Brazaville durante las pasadas elecciones, ahora vemos lo que está pasando en Gabón, República Democrática del Congo, etc. En Sao Tome la oposición acaba de ganar las elecciones, un país con tan sólo 200.000 habitantes.
¿La juventud se implica realmente en esta lucha?
También es muy corriente leer por las redes sociales las críticas de los jóvenes a los que ellos llaman mayores o viejos. Mi mensaje a esos jóvenes es que esperamos verles comprometidos por la causa. Que nadie piense que empezamos haciendo la política en la edad que tenemos ahora. Muchos empezamos nuestro activismo político desde muy temprana edad incluso cuando todavía no sabíamos qué era de verdad oponerse a un régimen y por qué teníamos que oponernos. Fue muchos años de aprendizaje y muchos de mi generación que hemos mantenido intactos nuestros principios y convicciones podemos estar orgullosos de nuestra trayectoria. Igual por ser profanos al principio pensamos que era un juego en el patio del colegio y resultó ser algo mucho más serio que un simple juego. Muchos de nosotros hemos visto aparecer nuestras primeras canas como broma y ahora ya ni se puede esconder porque hasta los nietos ya corren por todas las esquinas.
La lucha política es larga y difícil. Otros países llevan más años luchando que nosotros pero siguen y lo normal es que algunos quizás no veremos el DD como es el caso de muchos compatriotas y compañeros de lucha que hemos tenido que enterrar en el exilio. Muchos que seguimos ya no lo hacemos por nosotros sino para nuestros hijos y nietos que sois vosotros. Los que piensan que hemos fracasado están en su pleno derecho de hacerlo pero los que seguimos rogando a Dios y con el mazo dando creo que vamos a poder morir siendo orgullosos de no haber rendido ante la dictadura.
El orgullo, la honestidad y la humildad de muchos de nosotros algún día se reconocerán.
¡He dicho!