Los exsecuestrados por la Seguridad Presidencial, Martin Ondo Obiang, Feliciano Efa Mangue, y otros, pidiendo “perdón” por lo que hicieron, es parte de las estrategias más egoístas, erráticas y obsoletas del maquiavelismo del Presidente Fundador.

Por Ángel-Obama OBIANG ESENG

Maquiavelo, en su obra El Príncipe –muy recomendado para principiantes de la carrera de Ciencias Políticas –no plantea directamente que “el fin justifica los medios” para conservar el poder, el lado más factual y práctico de la obra.

Pero, de lo que no cabe duda es que ahí se plasma la metodología deducible que deben practicar quienes quieren y ostentan el poder para no perderlo nunca: el príncipe, o en su caso, el que manda, ha de hacer todo lo posible para que no se le escape. Y mientras el autor de la obra se preocupa por la unificación y control de Italia, nuestro presidente fundador no ve más allá de su familia y de su entorno, he aquí lo errático y egoísta del presidente fundador.

El escenario mostrado en el telediario de las 21h, del día 18 del presente mes, alberga muchos interrogantes, se nos ocurren los siguientes: (i) ¿Cuándo, dónde, y cómo se hizo la detención de dichas personas? (ii) ¿Por qué solo muestran el escenario donde piden perdón al fundador?

En efecto, los ciudadanos guineoecuatorianos sabemos que determinados compatriotas nuestros han pedido perdón al fundador, la única escena mostrada, por estar implicados en un delito de tentativa de golpe de estado cuyo juicio ya se celebró y todos, en sus casos concretos, en rebeldía. Pero por qué no se nos dice dónde, cuándo, y en qué circunstancias los detuvieron; qué se hizo para la asistencia legal en dicha detención de los que, en principio, estaban en la situación de juzgados en rebeldía; cuándo se iniciaron los procedimientos judiciales hasta cuando “piden el perdón”. No estaría de más saber dónde han estado desde su secuestro- perdón, queríamos decir detención- de los “prófugos de la justicia, pues al parecer, y a todas luces, su aparición no ha sido a las 72 horas tras ser presentados ante el juez competente para decidir sobre su suerte.

Pero lo más llamativo es el hecho de que la mayoría de implicados en la trama golpista tratado son del partido PDGE y del distrito de Mongomo; en dicha mayoría, uno manifestó haber sido tesorero, un puesto de responsabilidad muy importante en el partido. La intención que refleja el delito cometido es, a todas luces, un desacuerdo con el que realmente tiene la sartén por el mango, es decir, fundador y los suyos más cercanos.

Salvando los anacronismos –el error de plantear contextos anteriores en situaciones actuales que no corresponden –, no compartimos que “el fin justifica los medios”, porque, entre otras razones, no todo lo que es o tiene un individuo es consecuencia de lo que ha trabajo o ha hecho. El autor de El Príncipe vivió otros momentos que no combinaron con elementos con los que contamos ahora. La descripción y consejo al Príncipe de lo que veía y creía más eficaz y práctico para unificar Italia, y, al mismo tiempo, conservar el poder, con toda evidencia, no sirven mucho ahora. De ahí que no importe mucho el cómo se consigue el Stato, sino el resultado de tenerlo y conservarlo, ya que, al final, es lo que interesa, de ahí, la obsolescencia. No obstante, en dicha obra que sirve de referente aquí, se encuentra más el interés de constituir el Estado en conjunto. Pero en el caso del fundador, para mantener su privilegio personal y de sus más allegados, está dispuesto, incluso, a realizar prácticas típicas de organizaciones terroristas o mafiosas para conservar el poder, como ha sido lo visto en estas líneas; y, encima, obligados a pedirle perdón.

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