Las esposas de militares, obligadas a financiar el cumpleaños de la Primera en Todo

Según audios amenazantes, en fang, difundidos en las red social whatsaap, las esposas de militares han recibido la orden de aportar dinero obligatorio para el cumpleaños de la «Primera en Todo». No se trata de una invitación, sino de una exigencia con tono de ultimátum: quien no cumpla, que se atenga a las consecuencias.

La maniobra encaja en el método habitual de la llamada Primera en Todo: primero concede créditos para atarlas a su red, después las convierte en trabajadoras de sus negocios privados y, finalmente, las obliga a financiar sus celebraciones. Un círculo perverso de dependencia y explotación que convierte a las mujeres en deudoras, empleadas y patrocinadoras de su verduga.

Los audios son reveladores: voz que repite que “esto no es opcional”, recordando a las esposas de los militares que deben demostrar su lealtad no con actos de fe ni con disciplina, sino con dinero. En otras palabras: si quieren paz en sus hogares, deben pagar la fiesta ajena.

El absurdo es grotesco: mujeres de militares con salarios precarios y familias que apenas sobreviven, obligadas a financiar el derroche de una señora que se proclama benefactora, propietaria de una fundación de blanqueo de dinero. ¿Cómo explicar que el cumpleaños de “excelentísima” se convierta en una especie de impuesto obligatorio, disfrazado de tradición, en un país donde tantas familias ni siquiera logran cubrir lo básico?

La pregunta que nadie se atreve a plantear en público es brutal: ¿para quién trabajan realmente las esposas de los militares, para sus familias o para la Primera en Todo? Porque con cada crédito, cada amenaza y cada aportación forzada, se confirma que son menos esposas y más esclavas al servicio de una mujer que ha convertido la caridad en negocio y la obediencia en religión.

En Guinea Ecuatorial, hasta los cumpleaños se cobran como tributo: las velas las sopla ella, pero la factura la pagan las demás.