
El ejército guineoecuatoriano, una fuerza simbólica que sobrevive gracias a mercenarios
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Según diversos informes internacionales, las Fuerzas Armadas guineoecuatorianas apenas alcanzan los 2 500 efectivos en servicio activo, de los cuales poco más de 1 100 pertenecen al ejército terrestre, acompañado por una marina casi testimonial de 200 hombres y una fuerza aérea que no supera los 120. Con este panorama, la defensa nacional es poco más que un espejismo sostenido por propaganda y uniformes de desfile.
El equipamiento refleja décadas de abandono: tres tanques soviéticos T-55 de los años sesenta, una veintena de blindados BMP-1 y algunos vehículos BRDM-2 que difícilmente pasarían una revisión técnica. La artillería se reduce a morteros y armamento ligero, incapaz de garantizar ni siquiera la defensa mínima de un territorio que, paradójicamente, presumía de riqueza petrolera.
Ante esta precariedad, el régimen de Teodoro Obiang ha optado por la vía más fácil: importar seguridad extranjera. En 2024, Reuters confirmó la llegada de hasta 200 instructores militares rusos desplegados entre Malabo y Bata con una misión clara: garantizar la seguridad personal del dictador y de su hijo Teodorín, «heredero» presidenciable. Es decir, no se trata de reforzar al ejército guineoecuatoriano, sino de blindar a la familia en el poder.

Fuente: GlobalMilitary.net
El presupuesto en defensa, calculado en unos 113 millones de dólares anuales, aproximadamente el 1 % del PIB y cerca del 5 % del gasto público, no se traduce en modernización ni en entrenamiento de las tropas. Se diluye, en cambio, en contratos opacos y acuerdos con compañías extranjeras que convierten la defensa nacional en un negocio privado al servicio del clan dictatorial.
El resultado es un ejército simbólico, sin capacidad operativa real, cuya única función parece ser desfilar en los aniversarios oficiales. La seguridad del país está en manos de mercenarios, y la soberanía se reduce a una fachada, como tantas otras en Guinea Ecuatorial.
En Guinea Ecuatorial la defensa nacional es puro teatro: soldados para la foto, mercenarios para la realidad.












La cara de hambrienta que tiene la soldado ya define por completo nuestro ejército