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Cierre de la sede de CPDS en Bata certifica el declive del histórico partido opositor

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Según han confirmado a esta página varias fuentes internas de Convergencia para la Democracia Social (CPDS), la sede del partido en la ciudad de Bata permanece cerrada, con la puerta azul asegurada por un candado y sin actividad regular desde hace meses. Las imágenes remitidas a la redacción muestran una fachada desconchada, carteles desvaídos y un edificio que ya no funciona como casa abierta a la militancia, sino como un local ocasional que solo se utiliza cuando la dirección nacional necesita un espacio para reuniones puntuales.

«Ahora solo lo abren para sus reuniones de djangué«

No es la primera vez que esta página documenta el deterioro de la sede de Bata. El 6 de mayo de 2025, Radio Macuto ya describió el interior del local como «sede fantasma»: paredes de madera gastadas, mobiliario arrinconado, ausencia total de reuniones y una secretaria que llevaba meses sin cobrar su salario. Hoy, medio año después, aquella imagen de abandono se ha transformado en cierre de facto.

Las fuentes consultadas confirman que la única trabajadora estable, la secretaria de la sede, ha sido finalmente despedida con el argumento de la falta de recursos económicos. La explicación sorprende a buena parte de la militancia. «Si existe una subvención pública precisamente para sostener las sedes y al personal, alguien debería explicar en qué se está usando ese dinero», lamenta un militante que no quiere ser expulsado del unico partido que piensa militar en su vida.

Lejos de servir este cierre para replantear la estrategia, en el interior del partido se respira un ambiente cada vez más asfixiante. Militantes de Bata y de otras zonas del país coinciden en que la actual dirección está más ocupada en perseguir la disidencia interna que en organizar la oposición al régimen. «Ya hay más expedientes disciplinarios abiertos a militantes que critican la gestión de la junta directiva, y creo que habrá más expulsiones de aquí a un mes», resume una fuente conocedora de los procedimientos internos.

Esta dinámica no es nueva. Meses atrás, esta página publicó la carta interna que desató el miedo en la directiva del partido y terminó con la expulsión de un dirigente que se atrevió a cuestionar la continuidad de Andrés Esono al frente de la formación. También se han documentado casos de jóvenes militantes marginados o apartados por plantear renovaciones en la estrategia y el discurso. El patrón se repite: ante cualquier intento de debate, la respuesta son expedientes, sanciones y expulsiones.

Mientras las purgas internas se multiplican, el peso político de CPDS se ha ido diluyendo. Tras haber sido durante años la principal referencia de oposición legal, el partido encadena ya dos procesos electorales sin obtener un solo escaño en el parlamento monocolor del dictador. Según recuerdan varios militantes, las propias leyes de Obiang, as mismas que se han utilizado para justificar la asfixia de otras formaciones, establecen que un partido que concurre a dos elecciones consecutivas sin lograr representación queda de facto abocado a su disolución. Hoy, ese criterio podría aplicarse a CPDS sin que el régimen tuviera que mover una sola ficha adicional.

El poder, sin embargo, parece tener otros intereses. Mantener el nombre de CPDS en la cartelería oficial resulta útil para exhibir un supuesto “pluralismo” ante la comunidad internacional, aunque en la práctica el partido apenas conserve presencia territorial, no convoque reuniones orgánicas regulares y viva atrapado en su propia guerra interna.

«Sobre el papel seguimos siendo la oposición. En la calle, nuestra sede está cerrada y nuestras fuerzas se gastan en pelearnos entre nosotros», resume con amargura otro militante de Bata.

Ante esta situación, la imagen de la puerta azul echada con candado en Bata funciona como metáfora de un declive más profundo. Para las bases que aún creen en el proyecto, no se trata solo de un edificio abandonado, sino de la señal de que el partido que un día simbolizó la esperanza de cambio democrático en Guinea Ecuatorial se está dejando consumir por el silencio, el miedo y las purgas internas.

La pregunta que queda flotando entre la militancia es sencilla y a la vez decisiva: ¿habrá voluntad de refundar CPDS desde abajo para reabrir esa puerta, o se aceptará que el histórico partido opositor termine convertido en un simple decorado útil al régimen mientras su sede en Bata se pudre, literalmente, ante los ojos de todos?

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RadioMacuto
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