Breaking News


Ingrese su dirección de correo electrónico a continuación y suscríbase a nuestro boletín

Según revela The Diplomat in Spain, España jugó un papel activo, y nunca asumido públicamente, en el golpe de Estado de 1979 en Guinea Ecuatorial. Ese golpe, vendido como “Golpe de Libertad”, fue en realidad un asalto militar promovido por Teodoro Obiang Nguema contra, Francisco Macías. Pero la verdadera libertad nunca llegó. Solo cambió el verdugo.
Las pruebas de la implicación española están documentadas: cartas previas al golpe, diplomáticos al tanto de lo que iba a ocurrir, y un reconocimiento exprés al nuevo dictador. España no solo se alineó, sino que ayudó a consolidar el nuevo régimen desde el primer minuto. Y desde entonces, ha seguido alimentándolo.
Porque aquí no se trata solo de historia. La complicidad española con la dictadura guineoecuatoriana sigue vigente a fecha de hoy. Figuras del PSOE como Zapatero, Bono, Moratinos o incluso Ábalos han estado metidos hasta el cuello en ese lodazal. Se han paseado por Malabo, se han reunido con Obiang, han negociado, han hecho caja. Todo mientras, en Madrid, se declaran demócratas de toda la vida.
Zapatero y Bono han sido fotografiados sonrientes junto al dictador, hablando de «cooperación» mientras Guinea Ecuatorial se hunde en la represión y la pobreza. Moratinos ha actuado como un verdadero embajador de los intereses del régimen, en círculos de la disidencia se le conoce como el verdadero Ministro de Asuntos Exteriores de la dictadura de Obiang. Y Ábalos, más recientemente, ha salido salpicado en documentos que lo vinculan con intereses petroleros en el país.
La hipocresía es obscena. Quienes aquí se llenan la boca hablando de derechos humanos, allá agachan la cabeza y aplauden al sátrapa. Y luego culpan a los inmigrantes guineanos que llegan a España escapando de ese mismo régimen. Hipócritas. Si Guinea Ecuatorial tuviera un gobierno decente, su gente no estaría pidiendo papeles en Madrid, sino de compras en la Gran Vía. Pero eso no interesa.
Lo que sí interesa es mantener el saqueo. Que siga la venta de madera, de petróleo, de contratos públicos sin licitación. Que sigan los sobornos, las comisiones y las invitaciones oficiales con coche blindado. Que el dictador y su saga se mantengan en el poder, porque así se mantiene también el negocio.
España no fue una espectadora inocente en 1979. Fue cómplice. Y lo sigue siendo. El atraco continúa. Solo que ahora, los ladrones ya no llevan uniforme militar, sino corbata y sonrisa democrática.